Pablo P. · Valencia
Una teoría ampliamente aceptada a día de hoy por la mayoría de sociólogos o antropólogos, es que muchos grupúsculos étnicos conservan mejor sus tradiciones e identidades culturales en países extranjeros, que sus paisanos en los de origen. Hay muchos y variados ejemplos, pero no creo que haya mejor forma de ilustrarlo, que con la comunidad china en Nueva York. Sí, sólo has de pasar por chinatown, y más concretamente por Columbus Park, para observar a cientos de ciudadanos de origen oriental dedicar frenéticamente y con energía inusitada, su escaso tiempo libre a recitar poesía china, montar representaciones teatrales, o jugar al Go, un juego de mesa estratégico de más de 2.500 años de antigüedad. Tradiciones que quizás encuentren más cerca su extinción en una hipertecnificada Pekín, que en la propia Gran Manzana.
Y este cuadro no pasa desapercibido, ni mucho menos, para turistas e incluso residentes, que se pasean con sus flamantes cámaras réflex recién adquiridas con el sincero deseo de dar buena cuenta de lo dinámica y policultural de la sociedad neoyorquina. Inmediatamente, justo en aquel momento, vino a mi cabeza la idea de un parque temático. Sí, una suerte de parque temático cultural, ultimo bastión de lo que ya no sirve, o, en opinión de una sociedad moderna, pertenece al reducto de lo "curioso" y "peculiar". Más fútbol y menos latín, que decía aquel ministro español.
Me paro un segundo a reflexionar sobre mi identidad cultural, y dado que decir que es española es algo tan global que resulta como no decir nada, diremos mediterránea. Algo que puede llevar a engaño en un lugar como Valencia, que ha visto su propia identidad tan dilapidada . No, yo no tengo el recuerdo de las barracas valencianas, con sus cubiertas apuntando al cielo sobre el horizonte de L'Albufera. Más bien me resultan familiares los bloques de pisos sesenteros de chillones colores y desastrosa calidad constructiva, que se elevan a escasos metros de la playa, en toda la costa del levante. Esa imagen, sí forma parte de mi identidad cultural. Y ahora, no sé por qué, me imagino a expertos antropólogos urbanos diseccionando la naturaleza de la Barraca, el Hórreo, o la Masía, para levantar exquisitas y absolutamente fieles reproducciones en un parque temático español, por ejemplo, en Tokio. Sí, existe. Aquí en valencia no quedarán ni cinco en buenas condiciones, pero allí disfrutarán de excelentes reproducciones de un elemento que muchos niños valencianos, no reconocerán jamás. C'est la vie.